4 Los ciclos históricos
En las tradiciones sagradas se ha considerado siempre que tanto los pueblos, naciones, razas y culturas, como la humanidad misma, constituyen organismos sujetos a los ciclos propios de los seres vivos. En igual forma, dichas tradiciones han intentado precisar cuáles ciclos se generan a consecuencia del proceso del desarrollo interno de cada uno de esos seres, y cuáles son resultado de la interacción que sobre ellos ejercen diferentes energías que son a su vez producto de una gran diversidad de ciclos cósmicos. Este último propósito —determinar las energías cósmicas que confluyen en un cierto momento sobre los seres humanos— es el que ha dado origen al conocimiento astrológico que en muy variados niveles han alcanzado las culturas de todos los tiempos.
La astrología europea, heredera de los conocimientos que sobre esta materia desarrollaron los caldeos, los persas y los árabes, cuenta entre sus principales logros con la elaboración de lo que se conoce comúnmente como el Zodiaco, o sea, la clasificación en 12 signos o constelaciones de las más importantes influencias que, provenientes del cosmos, predominan alternativamente año con año en nuestro planeta. Así como existe un Zodíaco anual, existe otro que abarca un ciclo mucho más prolongado, ya que en él la duración de las influencias de cada uno de los diferentes signos comprende períodos de alrededor de 2 mil años a los cuales se les da el nombre de "eras".
El signo de Piscis pertenece al elemento agua y sus regentes son Júpiter y Neptuno, lo cual favorece la emotividad, la intuición y la inspiración. Es en estas influencias en donde podemos encontrar la causa de que prevaleciese una religiosidad basada en la fe por encima de la razón, así como el que se diese muy frecuentemente un divorcio entre la ciencia y la religión. Quienes supieron aprovechar las tendencias positivas que esta era propiciaba alcanzaron metas elevadas en los terrenos del arte y del misticismo. Los que se sintonizaron con los aspectos negativos de Piscis adoptaron conductas fanáticas y sectarias, lo mismo en la religión que en la política. El signo de Acuario pertenece al elemento Aire y sus regentes son Saturno y Urano, situación que facilita el desarrollo de la inteligencia lógica y racional, de la inventiva y de la ciencia, así como de los afanes libertarios de todo género. A pesar de los pocos años que esta era tiene de haberse iniciado, podemos ya señalar muchos de los actuales acontecimientos, así como varias de las características que singularizan a nuestros tiempos, como resultantes de las influencias acuarianas.
Las anteriores consideraciones están referidas a un ciclo histórico derivado de un ciclo cósmico; mencionaremos ahora dos ciclos históricos resultantes del proceso de desarrollo interno que se genera en los chakras y en las culturas. [1]
Cuando los integrantes de los Círculos Internos de la Humanidad logran reactivar un chakra de la Tierra (lo que constituye una tarea en extremo ardua, basada en un profundo conocimiento de las leyes cósmicas), dan inicio al ciclo histórico correspondiente al periodo en que dicho chakra se mantendrá activo y funcionando. Resulta muy difícil tratar de precisar la exacta duración de este tipo de ciclos ya que ésta varía en cada chakra y en cada reactivación. Pero en cambio es relativamente sencillo constatar —a través de un adecuado análisis de los acontecimientos históricos— que siempre que se consigue la reactivación de un chakra planetario se da la posibilidad de que nazcan y florezcan cuatro culturas. La tónica, identidad y diferencias entre estas cuatro culturas estarán dadas por lo que en la tradición hermética se conoce como las cuatro palabras clave: Callar, Saber, Amar y Osar.
Callar: el poderoso instrumento que utilizan los integrantes de los Círculos Internos de la Humanidad para iniciar la reactivación de un chakra es el silencio. Esto ocasiona que la primera cultura que surge a resultas del aprovechamiento de la energía generada por el chakra sea considerada, posteriormente, como una cultura enigmática y misteriosa. Estas culturas son siempre factores clave en la historia, pues con ellas se inicia todo un largo proceso de desarrollo cultural, en el cual ellas juegan el papel de culturas "madres" y de modelos arquetípicos. Ejemplos de estas culturas lo son la olmeca en México, la minoica en Europa, la chavin en Perú y la sumeria en Sumeria.
Saber: en un determinado momento, que resulta variable en cada chakra, surge una segunda cultura cuya tónica evidente y característica es el saber, o sea que sus integrantes están poseídos de una especial obsesión por develar todos los enigmas y a resultas de ella desarrollan una increíble capacidad para profundizar en el conocimiento de las más variadas cuestiones. Ejemplos de estas culturas lo son la maya en México, la griega en Europa, la nazca en Perú y la caldea en Sumeria.
Amar: la tercera cultura que florece en un chakra activo es siempre una que hace del amor el eje central de todas sus actividades. Se trata por supuesto de un amor muy elevado, que se inicia por intentar alcanzar un amor divino para luego abarcar cuanto existe, desde las estrellas hasta los animales y las plantas. La concretización en la práctica de este amor se traduce, entre otras manifestaciones, en la creación de una medicina altamente eficaz, importante logro de todas las culturas de este signo. Ejemplos de estas culturas lo son la zapoteca en México, la bizantina en Europa, la mochica en Perú y la persa en Sumeria.
Osar: el ciclo de actividades de un chakra se cierra con el florecimiento de una cultura cuyos integrantes osan controlar, ordenar y organizar cuantas energías existen en el Universo. Ejemplos de estas culturas lo son la náhuatl en México, la occidental en Europa, la quechua en Perú y la árabe en Sumeria. [2]
Una vez expuesto muy sucintamente el ciclo de los chakras, pasemos ahora al ciclo relativo a las culturas. En casi todas las tradiciones sagradas se menciona que hay cuatro etapas o edades en lo que se refiere al surgimiento, crecimiento, decadencia y muerte de cualquier cultura. En varias de estas tradiciones se utilizan los términos de edades de Oro, Plata, Bronce y Hierro para designar a las cuatro diferentes etapas por las que atraviesa toda cultura. Otros autores prefieren utilizar los términos de Sagrada, Heroica, Humana y de Rebaño para identificar dichas etapas. Veamos cuáles son los rasgos esenciales de cada una de las etapas que componen el ciclo de las culturas. [A1]
Etapa Sagrada: durante su desarrollo, se alcanza una elevación espiritual de tal grado que un alto porcentaje de seres humanos se convierten, en alguna medida, en colaboradores conscientes de Dios en la obra de la creación y redención del Universo, o más exactamente, participan en la tarea de ir logrando una ampliación de la conciencia cósmica. Todas las actividades que se realizan en esta etapa están sacralizadas y ritualizadas, no sólo las solemnes ceremonias sino incluso las más sencillas actividades cotidianas, como el construir una choza, sembrar, preparar e ingerir los alimentos. Siglos más tarde, a los integrantes de otras etapas de la misma cultura les será ya imposible comprender lo ocurrido en la Etapa Sagrada y la calificarán de "oscurantista". La causa de esto no es que las etapas Sagradas sean "oscuras" —antes al contrario son precisamente las más "luminosas"—, sino que quienes no vivieron en ellas no pueden "ver" lo que en éstas ocurrió y por ello las califican así.
Etapa Heroica: si bien durante su desarrollo los seres humanos no poseen ya la necesaria capacidad para colaborar en la ampliación de la conciencia cósmica, un elevado número de los integrantes de estas etapas se mantienen armonizados con dicha conciencia a través de una gran disciplina interna que los lleva al pleno dominio de sí mismos y a la creación de un orden basado en el respeto a las leyes naturales. Son tiempos propicios al surgimiento de las órdenes teocrático-militares.
Etapa Humana: es aquella en la cual sus integrantes empiezan a violar las leyes naturales en forma generalizada, guiados por ideales de tipo intelectual del todo desconectados de la realidad. En esta etapa es muy común la implantación de sacrificios humanos —aun cuando no siempre se califiquen como tales—, entendiendo por éstos el privar de la vida a un semejante con base en conceptos que no tienen nada que ver con la realidad y que en la mayoría de los casos se derivan de la deformación de creencias religiosas o políticas.
Etapa de Rebaño: es aquella en la cual sus integrantes actúan tan sólo buscando la satisfacción de sus instintos elementales. Se abandonan las ideologías y los seres humanos se masifican y cosifican. Se produce una creciente destrucción del ambiente. Con base en los conceptos que sobre los ciclos históricos hemos venido desarrollando, intentemos ahora profundizar en la comprensión de las características esenciales de nuestra época.
[1] Obviamente, no estamos intentando hacer una exposición de todos los ciclos históricos, sino tan sólo tomando algunos ejemplos que puedan ayudarnos a la consecución del propósito trazado al principio de esta obra: alcanzar una mejor comprensión de las características esenciales de nuestra época.
[2] Culturas centradas en el Callar, Saber, Amar y Osar han surgido y florecido también en los chakras egipcios, chino e indo-tibetano. En estos casos, si bien la identificación y localización de estas culturas es una tarea fácil, no lo es en cambio encontrar un término adecuado para designarlas, pues los historiadores no han utilizado nombres específicos para diferenciar a cada una de las cuatro culturas de estos chakras, prefiriendo en cambio elaborar un sistema de clasificación de los acontecimientos ocurridos en esos lugares con base en hechos un tanto superficiales, como por ejemplo el de las dinastías que se sucedieron en China y en Egipto, o de plano incurriendo en una caótica presentación de cuantos sucesos han tenido lugar en el chakra indo-tibetano.
[A1] Sueño del rey Nabucodonosor interpretado por el profeta Daniel (2:31-33). Otras octavas fractales en la espiral de la Historia.